lunes, 3 de diciembre de 2012


Hachikō

 

  A continuación vamos a mostrarte una de los historias más entrañables de amor y fidelidad de un perro hacia sus dueños. El protagonista de tan tierna historia es Hachikō, un perro de la raza Akita, que se ha convertido en leyenda en Japón principalmente, aunque su historia es conocida mundialmente.
El dueño de Hachikō, el Dr. Eisaburu Ueno, era profesor de la Universidad en Tokio. Vivían en Shibuya, y todos los días cogía el tren para ir a clase y el perro le acompañaba hasta la estación. El perro se solía colocar en una pequeña plaza cerca de la estación, y esperaba allí a su dueño quien regresaba de su trabajo por la tarde.
Pero un día de Mayo de 1925 ocurrió una tragedia. El doctor Eisaburu sufrió un paro cardiaco en la universidad que le provocó la muerte. Esa tarde no regresó a la estación. Pero Hachikō le esperó pacientemente. Y le esperó muchos y muchos y muchos días.
Cada día durante casi diez años Hachikō fue a esperar a su dueño a la estación. Cada tarde esperaba paciente la llegada de su dueño. Daba igual las inclemencias meteorológicas. Con frío, lluvia, viento o sol, allí estaba Hachikō, confiando en que su dueño regresaría. La inquebrantable lealtad del perro caló muy hondo en los habitantes de Shibuya. Hachikō era muy querido por todos. Tanto que en 1934 le erigieron una escultura en esa misma plaza en la que él esperaba cada tarde.
Un año más tarde, en 1935, Hachikō falleció en esa misma plaza en la que tanto esperó. Pero su recuerdo permanecería por siempre en los corazones de los habitantes de Shibuya. Tanto era el amor que sentían por el perro, que años después de que la estatua fuera fundida por el ejército japonés para fabricar armamento, rehicieron la estatua para que su recuerdo perdurara de generación en generación.
Y su recuerdo perdura. Cada 8 de Abril se recuerda a Hachiko en la plaza frente a la estación de trenes de Shibuya, como símbolo del amor y la lealtad.

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